Capítulo 28.
El precio de mis mentiras
Elián Moretti
Decidi irme a nuestro departamento. Necesitaba sentir algo que me dé fuerzas para seguir. No dormí esa noche.
Ni un solo segundo.
La rabia me quemaba la garganta como si hubiera tragado fuego líquido.
Mi cabeza era una jaula de recuerdos, voces, imágenes… todo mezclado, todo confuso. Pero en medio de ese caos, una certeza se elevaba como una daga.
Mi madre lo sabía.
Siempre lo supo.
Las piezas encajaban con una claridad dolorosa.
Su repentina enfermedad antes de pedirle matrimonio a ariana.
Las lágrimas estratégicas.
La manipulación emocional.
Y ahora su silencio cuando le dije que Ariana había tenido mis hijos.
No era ignorancia, ni menos amor, era complicidad, crueldad, calculada.
Amaneció gris, como si hasta el cielo tuviera miedo de lo que estaba a punto de pasar.
A las ocho de la mañana ya estaba frente a la mansión donde crecí. No toqué el timbre. Entré con mi antigua llave, como solía hacerlo de joven y de niño.
El olor a