El timbre del teléfono sonó con un tono cortante, Emily qué estaba sentada en el sofá dio un salto al escucharlo. Miró fijamente el teléfono y el corazón comenzó a latir con fuerza, tratando de salir por la garganta.
Emily se levantó y con cautela se acercó al teléfono. Cada vez que escuchaba ese sonido, sabía que algo importante estaba por llegar, algo que podía cambiarlo todo. Tenia miedo de saber que había tras esa llamada, así que; con Fuerza, respiró hondo y tomó el auricular con manos temblorosas.
—¿Sí? —dijo, intentando que la voz no delatara su ansiedad.
—Tengo noticias —dijo la voz del investigador, grave, medida, con un deje de seriedad que hizo que Emily se erizara—. No son buenas para ti.
Emily tragó saliva, sintiendo un nudo crecer en su estómago. Lo sabía, sabía de qué se trataba, pero tenía que preguntar, tenía que escucharlo con voz clara y contundente —¿Son la misma persona? —preguntó, con los ojos abiertos y el corazón latiendo con fuerza.
El investigador guard