Desperté de repente por un fuerte ruido. El corazón me latía con rapidez y un pinchazo en mi espalda me hizo soltar un quejido. La cabeza me dolía y mi cuerpo se sentía entumecido. Miré a mi alrededor, la luz del sol se filtraba a través de la cortinas creando un suave resplandor que iluminaba la habitación. Me encontraba en una cama grande y cómoda, con sábanas blancas. Las paredes estaban pintadas de azul suave. A medida que mi vista se fue acostumbrando a la luz, noté detalles: una lámpara de pie elegante en una esquina, un cuadro que adornaba la pared y una pequeña mesita de noche.

El silencio era profundo, interrumpido solo por el suave murmullo de la brisa que movía las cortinas. Me incorporé lentamente, una punzada de dolor recorrió mi cuerpo. ¿Dónde estaba? ¿Qué lugar era este?

El dolor de cabeza se hizo más fuerte cuando intenté buscar las respuestas a esas preguntas en mi mente. Estaba perdida. La puerta de la habitación se abrió y un hombre entró con rostro serio. Sus ojos