–Amara, controla tus palabras, porque estás diciendo cosas sin sentido –la voz de Liam suena firme, pero su mirada deja entrever la herida que le causan esas acusaciones. Se levanta lentamente de su asiento, con el ceño fruncido, abre la puerta y sale de la oficina sin añadir una palabra más.
Afuera, camina directo hacia el escritorio de Sophie. Ella levanta la vista, sorprendida, justo cuando él le toma del brazo, con cuidado, sin brusquedad. –Ven conmigo. –Su tono no es una petición, sino una necesidad.
Sophie no dice nada, pero su rostro refleja inquietud. Ambos regresan a la oficina, y cuando Liam cierra la puerta tras ellos, las miradas se cruzan como cuchillas. – Necesito que estés aquí… eres la única persona a la que Amara escucha cuando está enojada.
Liam respira hondo, se planta en el centro de la habitación y mira directamente a Amara, sin apartar la vista ni un segundo. –Voy a empezar de nuevo –dice, y cada palabra lleva el peso de alguien que está conteniendo mucho m