NARRADOR OMNISCIENTE
Unas horas después
La noche despliega su manto de esplendor sobre Amara, envolviéndola en un aura de anticipación y emoción que palpitaba en el aire. El rojo fuego de su vestido elegante, con su escote en V y la espalda descubierta, resplandece con una intensidad que rivaliza con el brillo de las velas que iluminan su camino. Cada paso que da al bajar las escaleras es como una nota en la sinfonía del destino, marcando el inicio de una velada que promete ser inolvidable.
Al tocar el último escalón, Cristóbal toma la mano de Amara con suavidad, entrelazando sus dedos con los de ella, y la besa con ternura en los nudillos. Su sonrisa es segura, encantadora, como si el mundo entero girara a su alrededor y Amara fuera su joya más preciada. –Estás hermosa –susurra, con un brillo de adoración en los ojos.
Pero Amara no lo escucha. Ni siquiera lo ve. Su atención se desvía al instante, atrapada por la figura que se alza a unos pasos de distancia. Sus labios se tensan,