Capítulo 79

Detuvo el auto frente a la mansión con un frenazo seco que me sacudió todo el cuerpo. Apenas entramos a la mansión, él cerró la puerta con un golpe seco. Ni siquiera me dio tiempo de respirar; me tomó por la muñeca y me empujó contra la pared. Tragué saliva.

Sus ojos…

Oscuros.

Afilados.

Peligrosos.

—Eres un maldito problema —escupió, con voz baja, como si contuviera un incendio.

Pestañeé, incrédula.

¿Perdón?

— Si soy un problema, ¿por qué carajos te complicas la vida conmigo? —respondí levantando la barbilla.

Su mandíbula tembló.

Punto para mí.

Se acercó más, invadió hasta mi respiración.

—Porque tú… —dijo entre dientes — no eres el tipo de problema del que uno puede alejarse.

Mi corazón se volvió loco.

Mis rodillas amenazaban con renunciar a la vida. Una risita retorcida tocó sus labios.

—¡Desde el segundo en que entraste a mi vida, no he tenido un puto día de paz!

Lo miré con seguridad. Dentro de mí estallaron todas esas emociones oscuras.

—Mi vida no ha sido precisamente un
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