Escuché una carcajada. Eso en él no era normal, quise levantar el rostro para confirmar que era real lo que escuchaba, pero no debía hacerlo. Lo escuché caminar. Me quedé como estatua de yeso, intentando que mi corazón regresara a su lugar. Ese hombre disfrutaba haciéndome perder el equilibrio.
Por esa razón era el diablo.
…
Cuando regresé a la realidad, todo volvió a ser un caos. Peor, de hecho. Los rumores de nuestro compromiso se estaban expandiendo como fuego en pasto seco. Por si fuera poco, ya era hora de hacer oficial nuestro compromiso.
Qué pesadilla.
Y cuando pensé que nada podía superarlo… pues claro, la vida dijo: “sujétame el trago”
Cada vez que salíamos, una mujer nueva aparecía lista para asesinarme. Ofendidas. Furiosas. Como si Vincent fuera el último chocolate en un colegio de niños. Yo no sabía que ese bloque de hielo tenía grupo de fans. Resentidas y un poco agresivas. Le reclamaban preguntándole por qué conmigo.
Yo solo pensaba:
Se los regalo. Llévenselo. Con gu