—¿Lista?
Albert tomó la mano de Emily antes de entrar a la sala del tribunal.
Ella asintió, con el corazón a punto de salírsele del pecho.
No por miedo al juicio.
Sino por todo lo que representaba.
Ese día no solo se enfrentaban a Helena, sino a todos los fantasmas que los habían perseguido durante casi dos años.
Familia. Prensa. Poder. Silencio. Vergüenza.
Y ahora, justicia.
La sala estaba repleta.
Prensa acreditada, fotógrafos legales, y varias figuras de poder sentadas en silencio. Entre ellas, los padres de Helena… y los de Albert.
Celeste Brown observaba con un rostro tenso, pero sereno. Su esposo, en cambio, mantenía los brazos cruzados y el ceño marcado, como si aún no entendiera cómo habían llegado allí.
Helena entró con un vestido marfil, sobria y compuesta… como si el papel de mártir le quedara hecho a medida.
Pero sus ojos ardían al ver a Albert y Emily… juntos.
Y no solos.
Emily sostenía una pequeña cadena con tres dijes dorados: una estrella, una luna y un sol.
Los nombre