—¡Muévete, camión del demonio! ¡Muévete o te envío una carta con mil emojis de furia! —gritó Emily desde su auto, con la cabeza fuera de la ventanilla y una taza de café en equilibrio precario sobre el tablero.Llevaba cuarenta minutos atrapada en un embotellamiento apocalíptico a solo cinco cuadras de Brown Enterprises. Ya había enviado tres notas de voz a su roomie Valeria, una amenaza verbal al GPS y un mensaje a Recursos Humanos pidiendo que consideraran instalar helipuertos para empleados desesperados.Su blusa estaba arrugada. Su cabello, fuera de control. Su nivel de sarcasmo… peligrosamente elevado.Cuando finalmente llegó, ya eran las 8:53 AM.Había reunión ejecutiva a las 9:00. Y, por supuesto, el karma estaba listo para actuar.Entró al edificio corriendo, con su tacón izquierdo ligeramente doblado, su bolso abierto y su dignidad colgando de un hilo.—¡Hola, buenos días, perdón, lo siento, mandenme por los café si quieren, pero llegué! —saludó atropelladamente mientras cruz
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