Capítulo 9 – El encuentro
Nicolás acababa de girar la cabeza cuando la vio. En una esquina apartada del salón, una mujer hermosa conversaba con el dueño de la subasta. No necesitaba levantar la voz ni buscar la atención ajena; aun así, toda su presencia irradiaba magnetismo. Su postura era impecable, su cabello recogido con precisión casi matemática, y cada detalle en ella —el vestido, el perfume apenas perceptible, la forma en que movía las manos— parecía calculado para atraer sin pedirlo. Era una mujer que sabía el efecto que causaba, pero no se molestaba en explotarlo. Simplemente existía, y eso bastaba.
Nicolás no lo pensó dos veces. Caminó hacia ellos con paso firme, abriéndose paso entre los asistentes de la subasta con esa facilidad que solo tienen quienes están acostumbrados a dominar cualquier escenario. A su alrededor, la conversación y el tintineo de copas se difuminaron, como si la sala se encogiera y solo quedaran él y ese destino recién descubierto.
El dueño de la subasta