La porra de polímero impactó en la espalda de Valentina, justo entre los omóplatos. El dolor fue una explosión blanca que le nubló la vista y le cortó la respiración. Valentina gritó, cayendo al suelo húmedo.
—¡Sujétenla! —ordenó la guardia, levantando la porra para un segundo golpe, esta vez a la cabeza.
Valentina se arrastró por el suelo, desesperada. Sus manos buscaron algo, cualquier cosa. Sus dedos se cerraron alrededor de una válvula roja en la pared, marcada con una señal de advertencia: VAPOR - ALTA PRESIÓN.
Con su último aliento, y mientras la bota de la guardia bajaba hacia sus costillas, Valentina tiró de la válvula.
Un siseo ensordecedor llenó el túnel.
Un chorro de vapor ardiente, blanco y denso, explotó desde la tubería rota directamente hacia el pasillo.
Las guardias gritaron, cubriéndose la cara, retrocediendo ante la pared de calor abrasador. El túnel se llenó de una niebla cegadora en segundos.
Valentina, pegada al suelo donde el aire era un poco más fresco, se arras