Era como ver a un fantasma. Y no cualquier fantasma, sino uno malvado, uno que regresaba no para traer paz ni nostalgia, sino para abrir heridas que jamás habían cerrado.
La aparición de Matthew frente a su puerta era un presagio oscuro. Si de por sí su regreso después de tantos años resultaba incomprensible, que lo hiciera justo en medio del escándalo con Bárbara era algo que a Connor no le daba buena espina.
Siete años.
Habían pasado siete años desde la última vez que lo había visto. Y ahora, sin aviso, sin una carta, sin un mensaje, sin una llamada… Matthew había decidido simplemente aparecer. No era normal. No era un gesto inocente. Había algo más detrás, y Connor lo sabía. Solo que aún no podía descifrar qué.
—¿Me dejarás pasar? —preguntó Matthew, con ese tono cargado de sarcasmo que siempre lo había caracterizado.
Connor se mantuvo firme. Él era un hombre directo, nunca se había molestado en complacer caprichos ajenos ni en seguir reglas que no consideraba suyas. En su mundo, so