Pablo, siendo las siete y media de la noche y cansado de esperar alguna razón por parte de su novia, y ad-portas de agarrar el teléfono con el objetivo de intentar hablar con Antonio Rosas y recibir finalmente una explicación acerca de lo sucedido durante las últimas horas, finalmente escuchó el timbre del teléfono. Se apresuró a contestar y escuchó a la joven rubia, con un tono calmado, ausente de su acostumbrada efusividad, informándole su deseo de recogerlo para llevarlo a cenar a uno de los restaurantes del muelle, lugar en donde le explicaría todo acerca de su conversación con el ilustrador de la portada de “Solo pasa en Europa”.
Con el corazón latiéndole a una velocidad más alta de lo normal, fue hasta el baño de su habitación, se mojó la cara y se alistó antes de sentarse en la sala a esperar la llegada de la muchacha.
Presentía una alteración en la relación si se guiaba por el tono utilizado por Marize durante la charla telefónica. Ya no vendría a vivir con él,