El calificado por muchos como “el restaurante más elegante del pueblo” era el escenario para la apetitosa cena de las gemelas y el teniente Williams. Mientras el joven mesero memorizaba las preferencias del policía, Aikaterina continuaba mostrando en su rostro una evidente expresión de desagrado, la cual la venía acompañando desde cuando se subió en el vehículo del teniente. Para Aileen, quien trataba de esconder su sentimiento de resignación, se trataba de una oportunidad para tratar de sacar a Pablo de su cabeza. Nunca imaginó que su sentimiento por el escritor suramericano hubiese crecido de tal manera, hasta llegar al punto en donde empezaba a pensar en lo miserable que podría ser su vida sin tenerlo a su lado. Pero su conocimiento de las cartas no hacía sino reafirmar lo definido un par de días antes: sería una pérdida de tiempo y energía el tratar de luchar contra lo dicho por estas. Teniendo en cuenta que su suerte estaba echada, solo le quedaba tratar de disimular, además