La noche anterior, desde la ventana de la sala de su casa, Pablo había alcanzado a observar, unos minutos antes de las once de la noche, la camioneta del teniente Williams justo cuando se detuvo frente a la vivienda de las gemelas. Pero no habían sido tres personas quienes descendieron del vehículo. Solo lo habían hecho el policía y una de las gemelas. La distancia y la oscuridad no le habían permitido asegurar si la muchacha iba descalza, única manera de determinar su identidad, pero la manera como caminó el corto recorrido lo llevó a estar casi seguro de que se trataba de Aileen. Siempre se podía diferenciar las maneras de caminar cuando alguien llevaba puesto calzado o no lo llevaba. Además, no tendría ningún sentido que fuera Aikaterina quien hubiera llegado en compañía del teniente. Pero sus sospechas no hicieron más que atormentarlo: ¿acaso no se suponía, según lo dicho por Williams en la marina, que este saldría a cenar con las dos hermanas y no solamente con una de ellas?