–Pablo –le preguntó Martín a su amigo; se encontraban sentados en una banca de la marina, conversando mientras observaban la llegada y salida de las embarcaciones de recreo–, ¿tú viniste aquí a escribir tu segundo libro o a conseguir pareja?
Pablo había pasado la última media hora describiendo todo lo referente a los últimos sucesos acontecidos con las gemelas y Marize. Martín no se había mostrado muy sorprendido al escuchar acerca de las nuevas intenciones de la antigua novia de su hijo; su único comentario había estado dirigido a señalar las cambiantes actitudes de la gente joven.
–Martín, ¿qué puedo hacer? –Pablo estiró los brazos hacia los lados–, yo soy consciente de que vine aquí a escribir, a trabajar en mi novela, pero no sé por qué razón, motivo o circunstancia, me está pasando todo esto. En Colombia nunca había vivido algo así con las mujeres…
Martín guardó silencio por un par de segundos, su cabeza agachada y su mirada fija en los tablones del muelle,