“La conversación no habría podido estar más agradable”, pensó Aileen cuando abrió los ojos. El reloj marcaba las seis de la mañana, algo temprano para levantarse, más si tenía en cuenta que no había sido antes de la una cuando su vecino, a petición de ella, aceptó usar el sofá de la sala para pasar la noche en vista de lo avanzado de la hora. Le hubiese encantado amanecer a su lado, pero sería lo último que haría mientras su hermana no dejara de estar en desventaja. Se levantó para tomar una refrescante ducha, la cual alejó de su cuerpo el calor acumulado durante la noche. Se vistió con un jean que solo la cubría hasta un poco más abajo de las rodillas, acompañado de una blusa blanca tipo strapless. Salió de su habitación y posó suavemente la mano sobre la cabeza de su huésped, quien no tardó en abrir los ojos. Se sintió mal al ver cómo no demoró en levantarse y salir rápidamente hacia el faro, no sin antes haberle dado un pico en la mejilla a manera de saludo. Estaba abusando de él