¿Cuál había sido su gran error? ¿Por qué le estaba pasando esto? Aileen nunca se imaginó encontrarse en esta situación. Al entrar en el pequeño corredor que servía a las cuatro únicas celdas de la estación, sintió como si estuviese ingresando a un sitio desconocido y siniestro para el cual no había estado preparada ni física ni mentalmente. La ausencia de ventanas obligaba a que una fría luz de neón, proveniente de un par de tubos instalados en el techo, diera al trasto con cualquier asomo de calidez que el sitio hubiese podido tener. El resto no estaba muy lejos de parecerse a lo visto por ella en películas y series de televisión: gruesos barrotes de color gris reemplazando a una de las cuatro paredes de cada celda, pisos de baldosa negra y paredes sucias de gruesos bloques blancos. A la joven farera le impactó algo que las pantallas no podían mostrar: se trataba de un aroma a sanitario sucio mezclado con el de pintura fresca, sumado al característico olor de los sitios que adolecen