Capítulo 868
—Luciana… —Él la estrechó un poco más, bajando la voz con un matiz sombrío—. Me gustas.

¡Boom! Luciana se sintió como si hubiera recibido un calambrazo.

—Ja…

Adrián soltó una risa incómoda y siguió hablando:

—Lo admito, puede que a mi edad suene ridículo, pero los sentimientos no se controlan. Jamás pensé que, a estas alturas, alguien pudiera hacerme sentir así otra vez.

Volvió a tirar de la mano de Luciana, disfrutando del tacto suave de su piel.

—Esto es en serio. Te quiero y te voy a cuidar. Está claro que no puedo ofrecerte matrimonio, pero todo lo demás sí puedo dártelo. Ven conmigo, ¿sí?

Ella abrió los ojos como platos. Era exactamente lo que había dicho Alejandro. Sintió pánico, culpa… y un profundo asco.

—Señor Cruz…

Trató de retirar la mano con delicadeza.

—¿No es una broma muy pesada? Es imposible que…

—¿Qué tiene de imposible?

—Usted es un hombre casado —respondió Luciana, esforzándose por conservar la sonrisa—. Si su esposa se enterara, ¿no le preocuparía hacerla sufrir?

—¿
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