Capítulo 730
Salvador arqueó las cejas. “Otra se aprovecharía para pedirle el favor del préstamo a cambio de nada”, pensó. “Pero esta ni se le pasa por la cabeza”. Sin comentar nada, simplemente la observó mientras ella tomaba su bolso y su abrigo.

—¡Hic! —Justo cuando se disponía a marcharse, a Martina le sobrevino un hipo, efecto de tanto llorar.

Avergonzada, se sonrojó, pero aun así se puso el abrigo a toda prisa y salió casi corriendo.

—¡Hic! —Incluso desde lejos, se escuchaba el eco de sus hipidos. Salvador esbozó una sonrisa leve.

—Caray, parece una niña —murmuró para sí.

Era tan pura y frágil que, de cierto modo, no se atrevía a forzar la situación. “Bah, da igual”, pensó.

—Manuel.

—Señor Morán —respondió Manuel, apareciendo en la habitación, listo para recibir órdenes.

Salvador se llevó un cigarrillo a los labios y con un gesto de la cabeza le indicó:

—Ocúpate de un asunto…

***

Aquella noche, Alejandro regresó temprano a casa. Tenía un compromiso más tarde, pero antes quería acompañar a Luc
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