Capítulo 699
—Ah, claro.

Tras firmar, el mensajero metió una caja larga en el apartamento y le preguntó:

—¿Desea que lo abra por usted?

—Sí, gracias.

La caja era bastante grande y se veía engorrosa. Con habilidad, el mensajero cortó la cinta y desenvolvió el cartón. Dentro había algo empaquetado al vacío y, a simple vista, era difícil saber de qué se trataba.

—Listo, con esto me retiro. Le agradeceríamos una valoración de cinco estrellas.

—Claro. Que vaya bien, gracias.

El mensajero se despidió satisfecho. Luciana empezó a rasgar el empaque al vacío y el objeto creció de golpe, casi rebotándole en la cara, lo que la asustó un poco. ¡Resultó ser un enorme cojín con forma de luna!

—Vaya… —Amy soltó una carcajada—. ¿A santo de qué se le ocurrió al señor Alejandro mandarte esto? ¡Es como un juguete para niños!

Era verdad que parecía algo infantil. Pero Luciana no pudo evitar abrazar aquella “luna” suave y esponjosa, que además olía delicioso. Se quedó pensando en cómo Alejandro había recordado aquella
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