Ese día, Pedro no tenía muchos exámenes que hacer. Algunos los realizó directamente en la habitación, pero hubo un par de pruebas que necesitaban equipos especiales en el área de diagnóstico del hospital. Al terminar, Luciana lo acompañó de nuevo a su cuarto.
Fue en ese momento que el teléfono de Luciana sonó: era Martina.
—¿Marti? ¿Dónde andas?
—Sigo en la comisaría.
—¿Pasaste toda la noche ahí?
—Sí…
Luciana suspiró, impotente. Entendía que la situación con Marc la tenía al borde, pero ella no podía hacer gran cosa para resolverlo.
—Pasar la noche en vela no va a cambiar nada. Vas a terminar agotada. ¿Por qué no vuelves a casa y descansas un poco?
—No puedo dormir. —La voz de Martina se quebró—. Estoy pensando ir al hospital.
Luciana captó enseguida a qué se refería.
—¿Vas a ver al hombre al que tu hermano golpeó?
—Ajá… —Se le quebró la voz—. Mis papás dicen que no quiere llegar a un acuerdo, pero al menos quiero intentarlo.
Luciana lo comprendía a la perfección: si ella estuviera en