—¡Ja! ¿Y qué si soy injusto? —El tipo se incorporó de un salto pese a su venda en la cabeza y lanzó el brazo hacia Martina—. ¡Deja de lloriquear como si estuvieras de velorio! Me pones de malas…
Parecía listo para golpearla. Aunque estaba herido, seguía siendo un hombre más fuerte.
—¡Detente! —Luciana irrumpió de inmediato, tomó a Martina del brazo y la jaló hacia atrás. Lo fulminó con la mirada—. ¿Con qué derecho la va a golpear?
—¿Otra más? —Él resopló—. ¿Por qué no? ¿O es que Marc podía darme puñetazos y yo no puedo pegarle a su hermana? ¡Y a ti también puedo golpearte si me da la gana!
El hombre alzó la mano, amenazante.
—¡Te quiero ver intentándolo!
En un parpadeo, una figura apareció al lado de la cama, bloqueándole el brazo y retorciéndole el hombro.
—¡Aaaah! —El herido gritó de dolor—. ¡Suéltame, suéltame!
Luciana entrecerró los ojos, sorprendida al reconocerlo.
—¿Simón?
—Luciana. —Él le dedicó una sonrisa tranquila—. No te preocupes, Alejandro me pidió que te cuidara.
Simón ap