—¡Alex! —interrumpió la voz de Mónica, quien llegó corriendo y se colocó junto a él. A simple vista, parecían la pareja perfecta.
—Señora Guzmán… —Mónica, algo agitada por la carrera, sonrió con falsa cortesía—. ¿Usted viene a ver la película? ¡Si lo hubiera sabido, le habría guardado un par de boletos…!
No alcanzó a terminar la frase. Luciana, como si ni siquiera la escuchara, miró a Martina:
—Marti, vámonos.
—Sí… —titubeó Martina, siguiendo a Luciana hacia la salida.
La ignorancia absoluta que Luciana mostraba hacia Mónica le resultó bastante incómoda a esta última, obligándola a forzar una sonrisa y voltear hacia Alejandro:
—Alex, tu esposa se ve muy molesta, ¿habré dicho algo mal?
—No es eso… —murmuró él, frunciendo el ceño. De inmediato, Alejandro se adelantó para tomar la muñeca de Luciana.
Ella lo miró con la misma indiferencia que antes:
—Suéltame.
Él se negó a hacerlo, con un gesto serio:
—Ya terminé lo que venía a hacer; vámonos juntos.
—¿Ah, sí? —repitió ella, con una media