Mundo ficciónIniciar sesiónViajar a Rusia, fue la peor decisión que tomó Sarah Brown. Acabó en las garras de un Boss de la mafia rusa, un hombre lleno de venganza y odio. Un hombre frío y cruel, con deseo de vengar a su esposa. Sarah fue diagnosticada con problemas de corazón, con una falla cardiaca que la va agotando poco a poco y cada día, su vida se va yendo. Ella desea viajar, conocer otras culturas y países, pero fue el mayor error de su vida. Vladimir Sokolov, quiere tener a su padre en sus manos y su hija, es su moneda de cambio. —¿De qué conoces a mi padre? —pregunté, queriendo saber más. —Tu padre es de esas personas, a las que tienes que pisar como una cucaracha. — tragué saliva. —Mató a mi esposa y quiero verle suplicar. —¿Me... Me matarás? —tartamudeé. —No. ¿Qué sentido tendría matarte? Si lo que más quiero, es tener a tu padre en mis manos. —se levantó del sofá. —Eres mi moneda de cambio, bella dama. —Jamás te diré dónde esta mi padre. —exclamé sacando el valor. —No te preocupes, él mismo se acercará. — sonrió de lado. —Él mismo dará su ubicación. —¿Quién eres realmente? — limpié mis lágrimas. —Bueno, eso es fácil de responder. ¿Has oído hablar de la Bratva? —asentí. —Pues yo soy el líder que la lleva y tú, mi querida Sarah, eres mi rehén. Ahí supo que su vida estaba por acabar, que sus días estaban contados. Estaba en las manos del Boss de la mafia un asesino y narcotraficante. Pero... ¿él será su salvación? o ¿su destrucción?
Leer másNarración Vlad se encontraba en la habitación de Sarah, observando todo a su alrededor. En la pared había fotos de ella y con amigos, sobre todo con Catalina. Se acercó un poco más y miró todas las fotos en una en una, y una sonrisa se dibujo en sus labios. La veía feliz, siempre con esa sonrisa, la veía agusto, melancolica. Se fue hacia la cama y se sentó en el borde de la cama, se empezó a quitar los zapatos y se dejó caer de espaldas, Flotandose su rostro. No creía poder dormir, sabiendo que ella estaba sola en una habitación de hospital, recién operada. Solo rezaba que la noche la pasará bien y nada ocurriera. En la almohada, el olor de la joven entró por sus fosas nasales, olia a ella, a ese olor vainilla. Acurrucó su rostro en la almohada, respirando su olor, cerró sus ojos. Italia.Andrei fue hacía el polígono y entró en una de las fábricas. Cuando entró, había un hombre tirado en el suelo, semidesnudo y sus manos atadas. Tenía golpes en el cuerpo. Andrei con una sonrisa, s
NarradorMientras a Sarah la operaban, los demás esperaban nerviosos, preocupados. Queriendo saber si ella iba salir bien, si aceptó su corazón nuevo. Vlad jamás se sintió tan nervioso, con las manos temblorosas y sudando. Era una sensación inquietante, horrible.Su teléfono sonó y lo sacó del bolsillo de la chaqueta, era un mensaje de uno de sus escoltas. Abrió el mensaje y lo leyó.—Señor, su hermano se encarga en Milán, en un departamento en el centro de la ciudad.—No le perdáis de vista, yo no puedo ir en estos momentos. Ve avisándome de todo, prohibir que coja vuelos, barcos, lo que sea. Pero que no salga de Italia. —Si, señor. Volvió a guardar el teléfono en el bolsillo, resopló y apoyó su cabeza en la pared. Cerró sus ojos e intentó relajarse, pero imposible.Aunque creía que todo estaba volviendo a la normalidad, sabía dónde estaba su hermano.. Sarah estaba siendo operada y deseaba que todo saliera bien, por el bien de ese médico, todo saliera bien.Si ella no se salvaba, é
Vladimir Sokolov Cuando llegué a Nueva York, fui directo al hospital, donde se encontraba Sarah. Me da igual si su padre se opone, no pienso abandonarla, me necesita ahora. Ella me necesita y no voy a estar junto a ella. Cuando llegué, sus padres estaban sentados en la sala de espera. No estaban solos, también estaba su amiga. Ninguno notó mi presencia, estaban tan metidos en lo suyo, que no me notaron. Me fui acercando hasta que la joven me notó, sus ojos me miraron con sorpresa y luego miró al matrimonio. Ella sabía lo que iba a ocurrir cuando él me viera.—Buenos días. — mi voz, captó la atención del matrimonio. El hombre al verme, me mató con la mirada. —¡¿Qué haces aquí?! — exclamó enfrentándose a mí. —Te prohibi ver a mi hija.—Usted no tiene derecho a prohibirme nada. — contraataque. —Yo voy a salvar a su hija, señor Brown. —¿Tú vas a salvarla? No me hagas reír. — se carcajeó. —Tú serás su tumba.—¿Donde puedo ver al doctor? — ignoré su comentario y miré a la señora.—En re
Sarah Brown Una semana sin saber de él, no me ha llamado, ni tampoco me ha escrito. No ha cogido ninguna de mis llamadas, no puedo dejar de preguntarme, no sé si ha encontrado a su hermano. Estoy preocupada. Si, Vlad sabe cuidarse solo, conoce todo este mundo, pero eso no quita que no me preocupe, que tenga el alma en vilo. Quiero que me llame, que me diga que está bien. Con eso, podría estar un poco más tranquila. Vlad me puso dos escoltas a mi protección y también, para tenerle informado sobre mi. Les pregunté por él, pero no podía decir nada, tenían órdenes estrictas no decirme nada. Él no entendía que me preocupaba, que no podía estar sin saber de él.—Hija. — escucho la voz de mi madre, me sacó de mi susconsciente. —No puedes seguir así, cariño. Sé que estás preocupada, pero debes salir de aquí.—No me ha llamado, Vlad siempre cumple sus promesa. — respondí con un hilo en la voz. —No quiero pensar que le ha pasado algo. —No, porque entonces lo sabríamos. — me abrazó. —Sé que g
Vladimir Sokolov Llegué a Italia, después de unas horas en el Jet. Aterrizó hace unos minutos, salí y un todoterreno me esperaba. Subí a el y mis guardaespaldas en otro detrás de mi.Ellos sabían dónde debían ir, estaba informados de todo. Tendría a mi hermano cara a cara, tendría frente mía al culpable de todas mis desgracias. Soy un hombre muy pacífico, pero si me traicionan, engañan o hacen daño a la gente que quiero, no tengo piedad. Me hermano me buscó y me encontró, me provocó y ahora, voy detrás de él por imbécil. —Señor, la casa de su hermano está ahí delante. — me dijo el hombre que estaba en el copiloto. —Si vamos con estos coches, nos verán.—Aparcad y vamos caminando, rodead la casa. — ellos asintieron. —No quiero que escape nadie de aquella casa.—Si, señor. — aparcaron como les dije.Salimos del coche y caminamos hacia la casa por separados para no llamar la atención, está claro que la zona era de gente con dinero y seguridad. Mis hombres fueron hacia delante para rod
Sarah Brown Habían pasado varios y largos días y por fin, mi padre regresaba a casa. El doctor nos dijo que podía volver a Nueva York, pero con revisiones médicas. No podía seguir como si estuviese recuperado. Todos estábamos emocionados, él se recuperó, no del todo, pero al menos salió del hospital. Vlad no se separó de mi lado y nos dejó a nuestra disposición, su jet privado. Todos salimos del hospital y nos montamos rumbo al aeropuerto. —¿Cariño? — le llamé y él me observó. —¿Todo bien? — me sonrió y me sujetó la mano. —Todo bien, nena. — dejó un beso en el dorso de mi mano.Sé que algo me oculta, le he notado raro estos días y no sé qué me esconde. Es como si estuviera despidiéndose, como si no nos volviéramos a ver. No sé si mi cabeza me está jugando una mala pasada, pero mi corazón, también lo nota y el corazón, jamás falla. ¿Le habrá dicho algo a mí padre y él alejó a Vlad de mi lado? No, no creo, me habría enterado. —Vlad, ¿Por qué siento que te estás despidiendo? — pre
Último capítulo