Mundo de ficçãoIniciar sessãoViajar a Rusia, fue la peor decisión que tomó Sarah Brown. Acabó en las garras de un Boss de la mafia rusa, un hombre lleno de venganza y odio. Un hombre frío y cruel, con deseo de vengar a su esposa. Sarah fue diagnosticada con problemas de corazón, con una falla cardiaca que la va agotando poco a poco y cada día, su vida se va yendo. Ella desea viajar, conocer otras culturas y países, pero fue el mayor error de su vida. Vladimir Sokolov, quiere tener a su padre en sus manos y su hija, es su moneda de cambio. —¿De qué conoces a mi padre? —pregunté, queriendo saber más. —Tu padre es de esas personas, a las que tienes que pisar como una cucaracha. — tragué saliva. —Mató a mi esposa y quiero verle suplicar. —¿Me... Me matarás? —tartamudeé. —No. ¿Qué sentido tendría matarte? Si lo que más quiero, es tener a tu padre en mis manos. —se levantó del sofá. —Eres mi moneda de cambio, bella dama. —Jamás te diré dónde esta mi padre. —exclamé sacando el valor. —No te preocupes, él mismo se acercará. — sonrió de lado. —Él mismo dará su ubicación. —¿Quién eres realmente? — limpié mis lágrimas. —Bueno, eso es fácil de responder. ¿Has oído hablar de la Bratva? —asentí. —Pues yo soy el líder que la lleva y tú, mi querida Sarah, eres mi rehén. Ahí supo que su vida estaba por acabar, que sus días estaban contados. Estaba en las manos del Boss de la mafia un asesino y narcotraficante. Pero... ¿él será su salvación? o ¿su destrucción?
Ler maisVladimir Sokolov Cuando llegué a Nueva York, fui directo al hospital, donde se encontraba Sarah. Me da igual si su padre se opone, no pienso abandonarla, me necesita ahora. Ella me necesita y no voy a estar junto a ella. Cuando llegué, sus padres estaban sentados en la sala de espera. No estaban solos, también estaba su amiga. Ninguno notó mi presencia, estaban tan metidos en lo suyo, que no me notaron. Me fui acercando hasta que la joven me notó, sus ojos me miraron con sorpresa y luego miró al matrimonio. Ella sabía lo que iba a ocurrir cuando él me viera.—Buenos días. — mi voz, captó la atención del matrimonio. El hombre al verme, me mató con la mirada. —¡¿Qué haces aquí?! — exclamó enfrentándose a mí. —Te prohibi ver a mi hija.—Usted no tiene derecho a prohibirme nada. — contraataque. —Yo voy a salvar a su hija, señor Brown. —¿Tú vas a salvarla? No me hagas reír. — se carcajeó. —Tú serás su tumba.—¿Donde puedo ver al doctor? — ignoré su comentario y miré a la señora.—En re
Sarah Brown Una semana sin saber de él, no me ha llamado, ni tampoco me ha escrito. No ha cogido ninguna de mis llamadas, no puedo dejar de preguntarme, no sé si ha encontrado a su hermano. Estoy preocupada. Si, Vlad sabe cuidarse solo, conoce todo este mundo, pero eso no quita que no me preocupe, que tenga el alma en vilo. Quiero que me llame, que me diga que está bien. Con eso, podría estar un poco más tranquila. Vlad me puso dos escoltas a mi protección y también, para tenerle informado sobre mi. Les pregunté por él, pero no podía decir nada, tenían órdenes estrictas no decirme nada. Él no entendía que me preocupaba, que no podía estar sin saber de él.—Hija. — escucho la voz de mi madre, me sacó de mi susconsciente. —No puedes seguir así, cariño. Sé que estás preocupada, pero debes salir de aquí.—No me ha llamado, Vlad siempre cumple sus promesa. — respondí con un hilo en la voz. —No quiero pensar que le ha pasado algo. —No, porque entonces lo sabríamos. — me abrazó. —Sé que g
Vladimir Sokolov Llegué a Italia, después de unas horas en el Jet. Aterrizó hace unos minutos, salí y un todoterreno me esperaba. Subí a el y mis guardaespaldas en otro detrás de mi.Ellos sabían dónde debían ir, estaba informados de todo. Tendría a mi hermano cara a cara, tendría frente mía al culpable de todas mis desgracias. Soy un hombre muy pacífico, pero si me traicionan, engañan o hacen daño a la gente que quiero, no tengo piedad. Me hermano me buscó y me encontró, me provocó y ahora, voy detrás de él por imbécil. —Señor, la casa de su hermano está ahí delante. — me dijo el hombre que estaba en el copiloto. —Si vamos con estos coches, nos verán.—Aparcad y vamos caminando, rodead la casa. — ellos asintieron. —No quiero que escape nadie de aquella casa.—Si, señor. — aparcaron como les dije.Salimos del coche y caminamos hacia la casa por separados para no llamar la atención, está claro que la zona era de gente con dinero y seguridad. Mis hombres fueron hacia delante para rod
Sarah Brown Habían pasado varios y largos días y por fin, mi padre regresaba a casa. El doctor nos dijo que podía volver a Nueva York, pero con revisiones médicas. No podía seguir como si estuviese recuperado. Todos estábamos emocionados, él se recuperó, no del todo, pero al menos salió del hospital. Vlad no se separó de mi lado y nos dejó a nuestra disposición, su jet privado. Todos salimos del hospital y nos montamos rumbo al aeropuerto. —¿Cariño? — le llamé y él me observó. —¿Todo bien? — me sonrió y me sujetó la mano. —Todo bien, nena. — dejó un beso en el dorso de mi mano.Sé que algo me oculta, le he notado raro estos días y no sé qué me esconde. Es como si estuviera despidiéndose, como si no nos volviéramos a ver. No sé si mi cabeza me está jugando una mala pasada, pero mi corazón, también lo nota y el corazón, jamás falla. ¿Le habrá dicho algo a mí padre y él alejó a Vlad de mi lado? No, no creo, me habría enterado. —Vlad, ¿Por qué siento que te estás despidiendo? — pre
Vladimir Sokolov Sali de la y Sarah sonreía con su madre, mordía mi labio mientras caminaba hacia ellas. Cuando notaron mi presencia, sonreí forzadamente. Me senté al lado de Sarah y ella se apoyó en mi hombro.—¿Cómo fue todo? — escuché su dulce, mientras acariciaba mi mano. —Os dejo solos. — la voz de su madre, llamó nuestra atención. Su madre se fue y nos dejó solos, estaba pensativo, sintiéndome como una mierda por todo esto. Ella no lo entendía, pero para mí, era duro mentirles mirándoles a la cara. —Vlad, ¿Qué ocurre? — me preguntó y está vez, observándome.—Nada, vamos al hotel, estoy algo cansado. — respondí secamente levantándome. —De acuerdo, avisaré a mi madre. — asentí.Flote mi cara con mis manos, soltando el aíre por la boca. No sé cuánto tiempo podré callar todo esto, mi conciencia no me dejaba tranquilo. Me recriminaba, me torturaba. Su padre fue un gran hombre, dándome a su hija como si yo fuese su salvación y no lo soy... Joder, no lo soy. Yo soy el puto culpabl
Sarah Brown Mi madre y yo entramos a la habitación, queríamos verle y estar juntos junto a él. Cuando Vlad dijo que había despertado, fue como recibir de nuevo el oxígeno al pecho. Quiero hablar con él, cogerle de la mano, cuidarle y vea que regresé a casa. Cuando entramos, mi padre tenía los ojos abiertos y a su derecha en médico, revisándolo. Cuando mi padre notó nuestra presencia, sonrió. Miró a mí madre, pero cuando me observó a mí, creía que soñaba, que yo no estaba ahí. Me miraba con el ceño fruncido, parpadeando como si todo fuese un sueño. Caminé hacia él y le cogí de la mano y notará que era real.—Hola, papá. — sonreí limpiando mis lágrimas. —Soy yo, estoy aquí. —Mi niña. — susurró, con voz ronca. —No sabes lo feliz que me hace Verte, te busqué sin descanso.—Ya estoy aquí, papá junto a tí. — acaricio su mejilla. —Tú por fin despertaste y la familia está completa. —¿Quién te encontró? — preguntó, observé a mi madre y ella asintió.—Vladimir Sokolov, papá. — al decir su
Último capítulo