Capítulo 1667
El calor ya empezaba a sentirse. Luciana bajó con Alba; cuando se lavaban las manos para cenar, afuera todavía estaba claro.

—Siento que ni siquiera es de noche —murmuró Luciana.

—¡Mamá!

—¿Mm?

Alba se tocó la pancita y se dio unas palmaditas con solemnidad.

—¡A mí sí me cabe! ¡Tengo hambre! ¡Yo sí puedo comer!

Luciana no aguantó la risa y le acarició la cara.

—¡Ya vi, princesita! ¡A comer en tres, dos, uno!

En el comedor, Alejandro Guzmán ya les había servido. Ese día había llegado temprano y se puso a cocinar.

Luciana tomó su tazón y pasó un poco de arroz al de Alejandro.

—Es demasiado. No me lo voy a acabar.

—Tú… —Alejandro negó, entre resignado y tierno—. Seguro te llenaste de botanas en la tarde, ¿verdad?

La había calado. Luciana no se defendió. Miró a Alba, que comía con devoción.

—Comimos lo mismo. ¿Por qué a ella no le afecta?

—Porque ella es “nueva”, el motor va a mil —replicó Alejandro divertido.

Aun así, se terminó lo que le dejó.

—No menos que eso —le advirtió—. Si no, a med
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