Capítulo 1668
No tuvieron que hacerse cargo de nada: ni siquiera Alba los necesitó.

Su tío Kevin, orgulloso del título, la llevó a correr por toda la hacienda.

La vez anterior que habían venido a Toronto era pleno invierno; ahora, con la primavera en flor, el jardín se veía precioso, perfecto para que los niños jugaran. Para abril el clima entraría en verano y se extendería hasta octubre: la hacienda quedaría como pintada al óleo.

Lucy Pinto propuso entonces:

—Luci, ¿y si hacen aquí su reunión?

Mientras lo decía, más sentido le encontraba.

—Aquí hay espacio de sobra. Igual pueden invitar a familia y amigos cercanos, y todos caben sin problema. Pedro está cerca; traerlo sería sencillo. Es una oportunidad para que ustedes dos, hermanos, convivan en serio.

A Luciana la seducía la idea: una reunión en una hacienda centenaria tenía ambiente y “ritual” de sobra. Pero ni ella ni Alejandro lo habían pensado antes.

—Yo… —Luciana miró a Alejandro.

—Lo que tú decidas —dijo él—. Te sigo.

Luciana no decidió en e
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