Esa pregunta solo habría provocado un malentendido.
—¿Cómo que “voy a hacer algo indebido”? —Luciana alzó una ceja.
—Porque lo vi muy pendiente de ti —sonrió ladeado—. Para mí, Salvador todavía no te suelta.
—No digas eso —Martina frunció apenas—. Ya lo hablamos: de ahora en adelante, cada quien por su camino. Si nos vemos, seremos amigos y ya.
—¿Segura? —Luciana arqueó las cejas—. Si dices que lo hizo por ayudar a una amiga, también cuadra.
—¡Es exactamente eso!
—Está bien, está bien —Luciana rió, resignada—. Te hago caso. No haré nada, tranquila.
La investigación del club salió rápido.
Debajo de la herradura del caballo hallaron un trozo de vidrio. El dolor lo había descontrolado. El gerente del lugar fue personalmente a disculparse con Martina y ofreció apoyo y compensación. Después del incidente, el centro ecuestre cerró temporalmente para una revisión de seguridad.
Como no podían montar, Luciana propuso ir a atrapar peces.
—¡Siii! —Alba aplaudió, brincando. Para los niños, con tal