Capítulo 1606
Hasta entonces, él por fin lo entendió: lo que Martina quería era simple, un amor entero.

Al atardecer, Martina despertó despacio. Salvador estaba guardando cosas y ella se incorporó para ayudar.

—¿Qué hago?

—Siéntate aquí —sonrió, dándole palmaditas al cojín a su lado—. Tú me miras… y con eso me das energía.

—Bueno —aceptó, feliz, con la barbilla apoyada en las manos—. ¡Ánimo, eres lo máximo!

Salvador le lanzó una mirada fingidamente severa, se inclinó y se ganó un beso.

—Carga completa —murmuró.

—¿Ya está todo?

—Sí —se dejó caer a su lado—. En realidad es poco: documentos y lo básico. Lo demás se queda a cargo del personal. En Ciudad Muonio hay de todo; además, mi mamá ya te preparó lo que necesitas.

—¿Tu… mamá? —Martina se tensó al instante.

—¿Y ese susto? —se rió él—. Te adora. No tuvo hijas y te consiente más que a mí.

—¿En serio?

Al imaginar una buena relación con su suegra, a Martina se le aflojaron los hombros y sonrió con los ojos.

—Era de esperarse. Soy un encanto.

—Jajaja…

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