Cuidar a su hija era responsabilidad de un padre; Alejandro aceptó de inmediato. Aun así, algo no lo dejaba en paz:
¿qué asunto tenía Luciana para salir de Ciudad Muonio?
¿A dónde iba?
Quiso preguntar, pero, recordando cómo estaban las cosas entre ellos, se tragó la duda. “Seguramente Fernando la acompaña”, se dijo.
—De acuerdo, entendido.
—Gracias.
Colgó, pero el corazón no se le aquietó.
Sergio López abrió la puerta.
—Ale, la gente de CreaTech ya llegó.
—Bien.
El Grupo Guzmán y CreaTech habían colaborado años atrás y la relación se había mantenido. En la sala de juntas, el representante de CreaTech resultó ser Fernando. Alejandro se sorprendió un poco: pensó que, si Luciana tenía que salir, Fernando la acompañaría —al menos para despedirla—. O quizá ella aún no se iba… ¿sería por la noche?
—Señor Guzmán.
—Señor Domínguez.
Intercambiaron saludos y, con esas preguntas mordiéndole la nuca, Alejandro condujo la reunión con calma. Al terminar, se puso casual:
—Por cierto, señor Domínguez…