—No… —Martina, entrecortada, le tironeó la solapa y negó con la cabeza—. No vayas. No quiero seguir con él, ni tener más lazos. No lo busques, por favor…
La verdad era que a Marc no le cabía la derrota. ¿Por qué tendría que soltar así a Salvador? ¿Porque la familia Morán tenía poder y dinero?
—Marc —intervino, por fin, Luciana—. Martina ya no es una niña. Si tomó una decisión, tuvo sus razones. Somos su familia; toca apoyarla.
—Luci…
Marc soltó un suspiro resignado y asintió. ¿Qué podía hacer si había llegado tarde? Su hermana ya estaba divorciada; si ahora iba a tocar la puerta, los Hernández parecerían los problemáticos.
—Hay algo más —dijo Luciana.
—¡Luci! —Martina se puso tensa y negó con la cabeza.
—Marti —Luciana no cedió—. La familia tiene que saberlo. Díselo a Marc. Así lo prepara… y en casa no cunde el pánico.
—¿Qué pasa? —preguntó Marc. El entrecejo le latía; presentía lo peor. ¿Había algo más grave que el divorcio?
—Es esto… —Luciana habló. Esta vez, Martina no la detuvo. Sa