“¿Acaso, en el fondo, todavía espero que entre nosotros haya alguna vuelta atrás?”
***
Cuando Marc llegó, Luciana y Martina ya se habían preparado para dormir.
—¿Marc? —Martina lo miró, extrañada, y frunció la nariz al percibirle el aliento—. ¿De qué evento vienes?
Marc no dijo nada. Se quedó mirándola fijo, sin parpadear.
—¿Marc? —a Martina se le erizó la piel bajo esa mirada.
—Marti —apretó los labios y por fin habló—. A esta hora, ¿por qué estás viviendo en casa de Luciana, ¿eh?
—¿Ah?
Martina se sobresaltó; el rostro se le deslavó un tono.
—Es que… Luci recién volvió… hacía mucho que no…
—No me mientas.
No quiso, pero la interrumpió. Si su hermana, a estas alturas, ni siquiera se atrevía a decir una verdad en casa, era porque había sufrido algo grande.
—Hoy vi a Salvador —escupió—. Con una mujer colgada del brazo, campeando a sus anchas… ¡y le di un golpe!
—¡Marc! —Martina se asustó. Su hermano tenía muchas virtudes, pero el arranque era su talón de Aquiles—. ¿Otra vez a los golpes?