Capítulo 1516
Fernando encendió el equipo de sonido. Empezó a sonar un vals.

Se acercó con la palma hacia arriba y le tendió el brazo.

—¿Puedo?

¿La estaba invitando a bailar?

—¿No que estabas lleno? —bromeó Fernando—. Mejor: así hacemos digestión.

—Ajá. ¿Por qué no? —Luciana asintió.

Un tironcito suave y ella se puso de pie. La condujo a la sala.

Habían sido compañeros muchos años. Su primer vals lo bailaron en el auditorio de la escuela, en aquella fiesta de fin de año. Todo sencillo, casi austero; a esa edad, nada de eso pesaba. Ahora, al recordarlo, lo único que quedaba era la emoción irrepetible de la espera y la alegría.

Las flores volvían a abrir; la juventud, no.

Hacía años que no bailaban, pero al compás la coordinación volvió sola. Con Fernando guiándola, Luciana avanzaba, giraba en su lugar, deslizaba los pasos. De a poco, recuperó el pulso de entonces, cada vez más suelta.

La calefacción estaba alta. Al terminar la pieza, Luciana negó con una sonrisa.

—Ahora sí que hice digestión. Hasta
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