Capítulo 1416
—Alba —sus labios apenas se movieron, probando el nombre—. Entonces… ¿Alba es mi hija de sangre?

—¡Sí! —Luciana asintió con los ojos hinchados—. No la dejé estar de luto en el funeral del abuelo Miguel “por buena gente”; llevaba el brazalete negro porque era su bisnieta. ¡Es de la familia Guzmán!

Alejandro quedó mudo. Aquella vez solo le había agradecido el gesto: pensó que ella lo hacía por cariño al abuelo y por guardar las formas ante todos. Y la verdad era esta.

—Qué risa amarga… —se burló de sí mismo—. Más de una vez te exigí saber quién era el papá. Hasta te acusé de vivir “sin cuidado”. Y el “desliz”… era yo.

Le apretó la mano; no había palabras que alcanzaran: estupor, alivio, alegría, una pena apretada que se deslizaba desde el centro del pecho.

—Luci, perdóname —la voz se le quebró.

—No. No fue tu culpa —negó ella, llorando—. En realidad, yo lo supe hace tiempo.

—¿Cómo…? —él contuvo el aire—. ¿Lo sabías desde el principio?

—No. Supe muy pronto que Alba era tu hija, pero no de
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