Capítulo 1385
Luciana fue al Camposanto La Paz Eterna.

Esta vez no para ver a don Miguel, sino para ver a Ricardo.

—Papá.

Se plantó frente a la lápida. Ese modo de llamarlo, antes duro y trabado, ahora le salía sin esfuerzo. Pero al hablar, la voz se le quebró. La culpa le llenó la garganta y la dejó sin defensas.

—Papá, yo… voy a ir a Toronto.

Para ella, contárselo a Fernando no era lo más difícil. Lo más difícil era decírtelo a ti.

Había prometido no reconocer a Enzo ni a Lucy, no volver a verlos. Y sin embargo, una y otra vez había faltado a su palabra.

Si en la vida hay situaciones inevitables, esta lo era.

De cara a la lápida, Luciana no halló cómo justificarse.

—Papá, falté a mi palabra… perdóname.

Sabía bien lo que él había cargado, cuánto la protegió. “Si estuvieras vivo, ¿cuánta decepción te causaría?”

Se sabía mezquina: aprovechaba que él no podía oponerse para venir y decir todo esto.

—Pero tengo que ir, papá. Alejandro está desaparecido, no sabemos dónde está ni qué está pasando.

—Es el
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