Capítulo 1265
Eran Alejandro y Juana.

Luciana, por reflejo, se pegó a un costado, aunque estaba sola en el ascensor y el espacio sobraba.

—Sí, señora Victoria… entonces cuelgo —dijo al celular.

—¡Luciana! —Juana, sonriente desde que entró, esperó a que colgara para tomarla del brazo—. Nos volvemos a encontrar, ¿ya saliste?

Últimamente pasaba seguido. Con Miguel Guzmán internado, era normal ver a Juana por el hospital.

—Sí —asintió Luciana, sonriendo. No miró a Alejandro; lo borró del cuadro como si no existiera. Él, al otro lado de Juana, hizo exactamente lo mismo.

—Ustedes… —dudó Juana, alternando la mirada entre uno y otra.

Por suerte, el ascensor llegó a planta baja. Las puertas se abrieron y Luciana salió primero.

—Juana, me voy adelantando.

—Eh… bueno —soltó su brazo.

Nadie previó lo siguiente: al dar el primer paso, Luciana perdió un poco el equilibrio y se ladeó.

—¡Luciana! —Juana estiró la mano para sostenerla.

El hombre se le adelantó. Una sombra alta cruzó frente a Juana —incluso la apartó
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