Capítulo 1225
Hoy Luciana tenía descanso.

Como llevaba días con náuseas fuertes y ya se le había acabado la medicación, dejó a Alba en el colegio y pasó por una clínica de salud mental.

La doctora escuchó sus síntomas con atención y se preocupó.

—Te sugiero considerar iniciar tratamiento.

—Ajá… —Luciana dudó un segundo, pero asintió. Ya venía preparada para eso.

Al verla menos renuente, la doctora suspiró aliviada.

—Si empezamos, no te receto mucho de una sola vez. Cada sesión ajustamos.

—De acuerdo, gracias.

—Ah, y otra cosa —le pasó la receta—: si aparece algo más fuerte, me avisas de inmediato.

—Lo sé. Gracias.

—¿Tienes tiempo hoy? Podemos hacer la primera sesión. Tendrías que esperar un poco: tengo pacientes con cita detrás.

—Puedo. Hoy estoy libre.

—Perfecto.

Luciana tomó la orden.

—Voy a la farmacia y vuelvo a esperar.

—Está bien.

Salió, compró los medicamentos y se sentó en la sala de espera.

—Señorita…

Sentado un rato, alguien le tironcito de la manga. Luciana giró la cabeza y bajó la mirada
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