Capítulo 1219
Alejandro sintió un tirón en el pecho y la soltó de inmediato.

A los dos les ardían las mejillas, pero la noche escondía el rubor.

—¡Por terca! —murmuró entre dientes. No había reproche en su voz, solo cuidado.

—¿Te quemaste en la tarde y apenas te acuerdas de ir por medicina?

A esas horas, no hacía falta preguntar: si había salido, era para eso. Y si salía tan tarde, es que la quemadura sí molestaba.

Los ojos de Luciana se humedecieron, con un punto de fastidio dulce.

—Estuve ocupada todo el día… se me pasó.

—A ver.

Con solo mirarle los ojos enrojecidos, a Alejandro se le desarmó el genio. Le sostuvo la barbilla con delicadeza.

—Abre la boca.

—…Ok.

Así que era por eso.

¿Había notado que se había quemado en la tarde? ¿Y había estado pendiente todo este tiempo?

Alejandro encendió la linterna del celular, iluminó el interior y, con la yema del dedo, tocó con cuidado.

—¿Aquí?

Luciana emitió un quejido leve; no podía hablar, pero su gesto lo dijo todo.

Alejandro retiró la mano, sacó del bo
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