—Ya veo…
Fue una respuesta cortés y elegante: no apeló a lo sentimental ni dejó mal parada a la chica.
—Señor Guzmán, tome asiento. Empecemos.
—De acuerdo.
La reunión se extendió casi una hora. El proyecto de Urbanismo era grande; si lo tomaban, iba para varios años, tal vez más. La tajada se entendía sola y los postores sobraban. Grupo Guzmán tenía ventajas, pero hasta que hubiera resolución, podía pasar cualquier cosa.
—Señor Guzmán —concluyó Beltran, satisfecho por lo que se le veía en la cara—. Me llevo los anexos; tras una evaluación integral, nos ponemos en contacto.
No eran los únicos concursando, así que Urbanismo iba a revisar a todos y convocar a comité.
—Perfecto —asintió Alejandro—. Entonces quedo pendiente. Si surge algo, llámeme cuando guste.
—Por supuesto.
—Con su permiso.
—Que le vaya bien.
Beltran lo acompañó a la puerta. Al abrir, se toparon con Juana pegada al marco; tenía la mano puesta como si hubiera estado escuchando.
—Je, je… —la pescaron y se rascó la mejilla c