Capítulo 7 —Atrapados
Narrador:
La casa estaba sumida en un silencio absoluto cuando Massimo cruzó la puerta, con la mandíbula tensa y los pensamientos girando en círculos dentro de su cabeza. Se deshizo del saco del traje con un movimiento brusco, pasándose una mano por el cabello con frustración. No podía dejar de pensar en ella.
¿Por qué, si había tenido a tantas mujeres en su cama, esa mal*dita muchacha se le metía bajo la piel como una espina imposible de arrancar?
—Massimo, tesoro, volviste temprano hoy —la voz de su abuela lo sacó de su ensimismamiento. La mujer lo miraba desde la gran sala, con su postura impecable y el rostro altivo—. ¿No sales con alguna de esas muchachas hoy?
—No, nonna. Estoy cansado. Quiero acostarme.
—¿Y sin cenar?
—Sin cenar —respondió con impaciencia, pero su tono se suavizó cuando se acercó para darle un beso en la frente—. Descansa, nos vemos mañana.
Su abuela lo observó con detenimiento, como si pudiera ver a través de su coraza impenetrable. Pero n