—Señora… —murmuró Luciana conmovida, bajando la mirada—. Lo siento. Me fui demasiado tiempo.
Entre sollozos, Victoria meneó la cabeza con fuerza y se obligó a sonreír.
—No pasa nada, hija, lo importante es que regresaste. Estoy muy contenta, de verdad. —La voz se le entrecortaba—. Entiendo que en ese momento fue difícil para ti. Si Fernando no hubiera… tú jamás te habrías ido.
La verdadera razón era que Luciana no había sido capaz de enfrentar a Alejandro.
—Lo sabemos, todos lo sabemos —añadió Victoria, dándole unas palmaditas en la mano mientras la observaba—. Aparte de que traes el cabello un poco más corto, sigues igual que siempre, ¿eh? —Intentó bromear—. Igual que Fernando, solo que a él le ha crecido el pelo.
Luciana se quedó un poco desconcertada por el comentario.
—Tía… usted mantiene un ánimo increíble.
Victoria suspiró con un deje de tristeza.
—Fernando necesita cuidados, ¿cómo podría dejarme llevar por la desesperanza? El médico dice que él solo está dormido, que en realidad