—Si vamos a revisar tu salud, pensé que sería mejor aprovechar y hacer un examen completo. —Ser su médico particular implicaba algo más que solo tratarle el estómago.
—Ajá —asintió Alejandro, sin mirar el papel—. ¿No es barato, supongo?
Luciana se quedó un momento pensativa.
—Bueno, es cierto que no es tan económico, pero no es nada exagerado —respondió, algo evasiva. Ella había pagado la reserva con su propio dinero, sin intención de reclamárselo a él. Al fin y al cabo, se trataba de un acuerdo: ella lo atendía y él apoyaba su trámite migratorio.
Pero Alejandro sacó una tarjeta de su bolsillo y se la ofreció.
—Toma. Úsala para cubrir los gastos.
—No es necesario —replicó Luciana en seguida—. Lo habíamos acordado de otra manera…
—Te digo que la tomes —Alejandro frunció el ceño—. No suelo dejar que una mujer gaste por mí.
—…Ah, de acuerdo.
Luciana estuvo a punto de tomarla, pero al ver la tarjeta, se detuvo.
—Señor Guzmán… mejor dame otra. Esta es tu tarjeta adicional.
Recordaba perfect