Clara estaba de espaldas a la entrada, así que no lo vio enseguida. Sólo escuchó lo que Alejandro decía y lo tomó como si fuera una orden a su favor.
—¿Oíste? ¡Venga, devuélveme todo de una vez! ¡Hasta tu marido te dio la espalda! ¿No te da vergüenza?
Se giró hacia el resto de gente en el pasillo, elevando la voz:
—A ver, aprovechemos que hay testigos: el señor Guzmán y mi hija Mónica andaban juntos, todo Muonio lo sabe. Y al final, llegó Luciana a meterse en medio, a arrebatarlo, la clásica “tercera en discordia,” para acabar como la “esposa oficial.”
—¡Mi hija está postrada en el hospital, y encima esta mujer se apropió de mi casa y mi dinero!
De pronto, se volvió hacia Luciana, con rabia en los ojos.
—¿Es que te debemos algo? ¡¿Por qué nos haces tanto daño, ah?!
Distorsionando los hechos sin el menor pudor. Aun cuando Luciana se lo veía venir, igual le hirvió la sangre. Apretó los puños, temblando de furia, con la respiración entrecortada.
—Luciana… —advirtió Alejandro, notando su p