—¡Que te jodan!—le grita Laura.
El olor a basura y humedad le golpeó la nariz. El ruido de la ciudad comenzaba a despertar, bocinas, voces, el ajetreo de la miseria cotidiana.
—Tan dramática.
Apretó la mandíbula y su mirada cayó sobre el papel arrugado de la solicitud de divorcio en la mesita de noche. Su mano se cerró en un puño. No, esto no se quedaría así. Si Ana pensaba que lo había sacado de su vida sin más, estaba equivocada. Gregory Samaniego no iba a salirse con la suya.
—Voy a salir—le dice a Laura—Si estás aburrida sal para ver qué encuentras. No sé a qué hora regrese.
Ella seguía enojada, así que simplemente se hizo la desentendida.
Dos horas después, Marcos se arregló la chaqueta y se pasó una mano por el cabello antes de entrar al imponente edificio de oficinas. Las letras doradas sobre la entrada principal reflejaban el nombre del bufete de abogados que manejaba el divorcio de Ana. "Garrido & Asociados". Solo con ver el nombre, sintió que la rabia le subía por el pecho,