En el interior de Ana, el nudo de preocupación crece.
¿Qué más había estado ocultando Marcos? La inquietud se cernía sobre ella, y Ana supo que debía enfrentarse a la verdad, no solo sobre su propio corazón, sino también sobre el hombre con el que había compartido su vida.
Mientras los niños se acurrucaban bajo las sábanas, Ana se prometió a sí misma que encontraría respuestas. No podía seguir viviendo con dudas y secretos. Tenía que descubrir la verdad, no solo por ella, sino por sus hijos. Y así como hizo con Carlos se alejaría sin mirar atrás.
Con el corazón pesado y la mente llena de preguntas, Ana apaga la luz y se deja llevar por el sueño, sintiendo que su vida se había vuelto un caos del que no sabía cómo escapar.
Pasó una semana desde aquella noche que transformó la vida de Ana. Cada día era una lucha entre la culpa y la emoción prohibida que había sentido con Gregory. Pero lo que más le preocupaba era la distancia que había comenzado a notar entre ella y su hermana, Laura. Al