Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa UCI del Hospital San Rafael a las tres de la madrugada era un purgatorio fluorescente donde el tiempo se movía en incrementos marcados por pitidos de monitores cardíacos. Cassandra estaba sentada en la sala de espera privada con una taza de café frío entre las manos, observando cómo los médicos entraban y salían de la habitación de su madre con expresiones cada vez más sombrías.
Sebastián permanecía de pie junto a la ventana que daba al estacionamiento vacío, su tablet descansando inactiva sobre el alféizar. Javier había ido a buscar más café hace veinte minutos y no había regresado, probablemente dándoles espacio que ninguno de los dos había pedido.
El doctor Hernández , un hepatólogo con ojeras permanentes y corbata aflojada, finalmente salió, quitándose los guantes de látex con movimientos m







