Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl Bentley atravesó la barrera de seguridad del Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez Madrid-Barajas con la autoridad de quien tiene credenciales que abren cualquier puerta. El motor rugió mientras Javier conducía directo hacia la terminal internacional, esquivando carritos de equipaje y personal aeroportuario que gritaban protestas que se perdían en el viento.
Sebastián ocupaba el asiento trasero con el teléfono pegado al oído, coordinando con seguridad del aeropuerto a través de su abogado que había movilizado contactos en tiempo récord. A su lado, Cassandra se aferraba al tirador de la puerta con nudillos blancos, la respiración entrecortada sincronizada con el latido frenético de su corazón.
—Diez minutos —anunció Javier, leye







