Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl aire estaba cargado con el persistente olor a pólvora, mezclado con algo más potente: el fervor de la alianza. El estudio ya no era el santuario privado de Sebastián, sino que se había convertido en su centro de mando compartido. Durante el día, los dedos de Cassandra bailaban sobre las teclas como los de la criptógrafa más hábil, abriendo la cortina de hierro de los registros cifrados; por la noche, Sebastián presidía ante las enormes pantallas, con su perfil esculpido recortado en luz carmesí. El traqueteo rítmico de su teclado servía como su comando silencioso, persiguiendo la más mínima anomalía en las oscuras entrañas del reino digital.
Su venganza era precisa y absoluta. El equipo forense digital más selecto de la empresa estaba totalmente movilizado, mientras que é







