Mundo de ficçãoIniciar sessãoMinutos después de colgar la llamada con Danaé, Sebastián conducía hacia el hospital con una velocidad que rozaba la temeridad. Sus nudillos se tornaron blancos al apretar el volante. Junto a él, Cassandra temblaba como una hoja en plena tormenta, con las manos entrelazadas sobre su regazo y la respiración entrecortada.
—Ya... pedí... —logró articular Sebastián con esfuerzo, su voz ronca atravesada por la urgencia—. Equipo... privado.
Tomó su teléfono con una mano y escribió rápidamente mientras mantenía la vista en la carretera: He ordenado que el equipo médico privado cierre el pasillo de la UCI. Solo personal de confianza tendrá acceso a tu madre.
Cassandra leyó el mensaje y asintió, pero las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas sin control. El mundo a su alrededor se había transformado en una nebulosa borrosa de luces y sombras que se deslizaban por las ventanillas del automóvil.
Durante el trayecto, algo comenzó a cristalizar en su m







