Mundo ficciónIniciar sesiónEn la oficina privada de Sebastián, el ambiente era completamente diferente.
Cerró la puerta suavemente. Ese clic silencioso, por alguna razón, le resultó más inquietante que el fuerte portazo con el que había irrumpido en la sala de conferencias. Se acercó a la ventana, de espaldas a Cassandra, con los hombros tensos bajo su impecable traje.
El silencio se extendió por la habitación. No era la quietud habitual que nacía de la falta de palabras, sino una quietud más pesada, cargada de innumerables preguntas sin respuesta.
—Sebastián —dijo ella primero—, yo no...
Él se giró bruscamente. Su mirada se fijó en ella con tal intensidad que casi le cort&oa







